En el corazón del Valle de Ricote se asienta la antiquísima localidad de Ojós, la antigua Oxox de orígenes inciertos, pues sus huellas poblacionales se remontan a épocas prehistóricas. En las inmediaciones se descubren los restos de una importante ciudad tardorromana que fue arrasada posteriormente. El caserío actual se documenta ya con dicho nombre en 1281, y en su territorio una importante fortaleza denominada el castillo de las Peñas de Oxox. Desde 1285 hasta mediados del siglo XIX perteneció a la Orden de Santiago, integrado en la Encomienda del Valle de Ricote.
Población que nunca contó con elevado número de habitantes debido a la pequeña superficie sobre la que se asientan sus casas, rodeadas a un lado por la huerta que le dio el sustento, y al otro por elevaciones montañosas. El núcleo del casco urbano es sin duda el más pintoresco de la comarca, por conservar prácticamente inalterado el viejo trazado de la época medieval, con calles estrechísimas y sinuosas. Aldea en lo político dependiente de Ricote, alcanzó la independencia municipal en 1501 cuando al convertirse sus habitantes musulmanes a la fe católica, la aljama dio paso a un concejo, y la mezquita agarena al templo parroquial, que fue reedificado y ampliado en épocas posteriores.
Visitar el término de Ojós es ir descubriendo sensaciones distintas a cada paso, pues ofrece múltiples paisajes y lugares de interés. Si nos adentramos por el peculiar caserío, todo embellecido con cientos de macetas de coloridas flores y plantas diversas, el ocasional viajero no dejará de sorprenderse. No le faltarán otros motivos, entre los que podemos señalar las piedras armeras de las familias principales, como los Massa, Pérez, Marín, Melgarejo y Hoyos. En el antiguo lavadero público, podrá encontrarse algunas mujeres haciendo la colada como en tiempos pretéritos, mientras se cuentan unas a otras, en animada tertulia, los dimes y diretes de la vida local. No dude en visitar la antigua iglesia de los santos Felipe y Santiago, donde se acogen el Patrón de la Villa, San Agustín, y otras valiosas imágenes del siglo XVI y posteriores. En los alrededores, dando un agradable paseo, podrá visitar el Puente Colgante, antigua "Cuna" restaurada en 1998; los huertos y aledaños del río Segura. Regresando a la localidad por la Avenida Río Segura, encontraremos la Casa de Cultura "Tomás López de Poveda", nombre que ostenta en honor de un benéfico personaje, cuyo recuerdo permanece en dos lápidas sitas en una casa de la Calle Mayor. Llegaremos por ella a la Plaza del Rulo, donde antiguamente se picaba el esparto, y más arriba el Jardín del Peñón, con un símil de Teatro romano.
Pero ante todo esta Villa en un auténtico y natural Museo del Agua, con el Azud de Ojós, la Presa del Mayés, varias norias, acequias y brazales, el viejo molino harinero y el batán (la llamada Casa de los Mazos). Podrá alojarse en diversas casas rurales, practicar la pesca o la fotografía, y en las sierras próximas senderismo y otros deportes de montaña. No olvide detenerse en el Salto de la Novia y conocer su leyenda, que data de tiempos medievales. Y finalmente, un último consejo, si puede, pruebe los afamados "bizcochos borrachos". Seguro que al marchar no olvidará nunca a Ojós y sus gentes.
Luis Lisón Hernández
Cronista Oficial de la Villa